ENTREVISTA DEL MES:
ENRIQUE MANZUR

En esta oportunidad quisimos conocer al profesor Enrique Manzur, que este mes asumió como el nuevo Director de la Escuela de Economía y Administración. En tanto que su antecesor, Raphael Bergoeing, ocupó el cargo de Director de la Escuela de Postgrado de FEN, a quien queremos aprovechar de agradecer su gran calidad humana y el buen trabajo realizado en favor de los alumnos de Pregrado.

Enrique Manzur es Ingeniero Comercial con mención en Administración de nuestra Facultad. Se graduó en 1992, obteniendo el premio al mejor egresado y se ha dedicado a la investigación y a la docencia por muchos años, vocación que nació muy pronto en su vida profesional. “Entre bromas, mis compañeros me decían que iba a terminar siendo profesor, porque cuando estudiábamos era quién les explicaba. Pero en ese tiempo no me veía dedicándome a la docencia”, cuenta recordando viejos tiempos.

Tomó la decisión cuando tuvo su primer trabajo, en el Banco de Santiago en el área de Análisis de Riesgo. Ahí se dio cuenta que quería hacer un master o un doctorado y vio que el camino más lógico era trabajar en la universidad, así que el año 92 postuló a la Facultad, y fue contratado por el académico Luis Riveros, quien en esa época se desempeñaba como Director del Departamento de Economía.

Tiempo después de trabajar en FEN, obtuvo la beca Presidente de la República y se fue a Estados Unidos, a realizar un Doctorado en Business Administration en la Universidad de Georgia. Partió junto a su señora, economista de nuestra Facultad con la cual hoy tiene tres niños de ocho, seis y cuatro años.

Enrique Manzur se ha especializado en el área de Marketing, particularmente en la investigación de mercado y el estudio de la conducta del consumidor, caracterizándose por ser un hombre muy querido y respetado por quienes han sido sus alumnos.

Muy destacable resulta su alto grado de participación en actividades universitarias. Además de su cargo actual como director de la escuela de Economía y Administración, podemos mencionar que es miembro del Senado Universitario, del Consejo de nuestra Facultad y se desempeño como director del departamento de Administración. También ha sido responsable de importantes consultorías en el área pública y privada.

Usted primero estudió ingeniería civil ¿qué lo llevó a cambiarse de carrera?
Hace 25 años mi disyuntiva era si estudiar ingeniería comercial o ingeniería civil. Me gustaban las matemáticas, pero no sabía que hacer. En ese tiempo ingeniería comercial estaba de capa caída, porque fue justo después de la crisis del 82. Además, algunos decían que ingeniería civil era más sólida y potente. En base a eso y sin tener mayores antecedentes entré a Beauchef. En todo caso, si tenía claro que quería entrar a la Universidad de Chile, aún cuando la mayoría de mis compañeros del San Ignacio preferían ingresar a la Católica. Esto se lo debo en gran parte a mis padres, ambos abogados de la Universidad de Chile y en particular a mi madre, quien dedicó gran parte de su vida a la docencia y la investigación en la escuela de Derecho de nuestra casa de estudios, transmitiéndome siempre su cariño por la Universidad.
Si bien entrar a Beauchef fue una experiencia interesante y enriquecedora, después del primer año decidí dar nuevamente la PAA e ingresé como segundo seleccionado de la generación 1986 a Ingeniería Comercial. Al final, lo simpático de esta historia es que tantos años después algunos sigan diciendo lo mismo en la comparación Comercial v/s Civil. Pero lo cierto, es que a pesar que ingeniería civil dura un año más eso no se ve reflejado en que el mercado valore esa supuesta mayor preparación. Yo creo que en parte tiene que ver con que son visiones y formaciones distintas. Nosotros, no tenemos que caer en pensar que somos mejores, sino que somos distintos. Los ingenieros comerciales estamos más cerca de la persona, del análisis del ser humano, de su conducta y en la práctica eso es lo que hace la diferencia. Si uno quiere dedicarse a las áreas de economía o administración lo lógico seria estudiar ingeniería comercial.

¿Cuáles son sus recuerdos de la época como estudiante en la Facultad de Economía y Negocios?
Era una facultad entretenida, parecida a la que hay hoy. Actividades como la Semana Mechona y los campeonatos de futbolito entre los alumnos y los funcionarios, hacían que uno permaneciera mucho tiempo al interior de la facultad y se hicieran muy buenos amigos. Además aproveche de tomar la mayor cantidad de cursos deportivos que ofrecía la facultad.
En materia de formación, era una época muy interesante, recién estaban partiendo las universidades privadas y había una diferencia enorme entre ellas y la Chile o la Católica. Además, la mayoría de los profesores eran muy liberales en sus cursos, pues eran de la línea de Chicago, transmitían la economía y la gestión desde el estómago y eso me sirvió mucho.

¿Cuáles son sus expectativas como Director de la Escuela de Economía y Administración?
En términos generales, hacer que la experiencia universitaria de los alumnos sea lo más satisfactoria posible y eso tiene que ver con ser capaces de darles los espacios para que se desarrolle, en todos los ámbitos, no sólo en lo académico; que la diversidad no sea solamente una cosa demográfica, sino que haya una convivencia que potencie el conocimiento y el intercambio de experiencias. Además, de potenciar aún más la empleabilidad de nuestros estudiantes, que estén totalmente preparados para tomar cualquier cargo que les motive.
En términos específicos, está el proyecto de Innovación Curricular. Esto, va a significar un cambio sustancial en toda la universidad, que implica transformar el proceso formativo pasando desde el actual modelo de clases expositivas de un profesor a un sistema interactivo donde lo que importa no es la memorización de conocimientos, sino que uno aprenda a hacer cosas, a tomar decisiones, a generar competencias, que son relevantes en un mundo sumamente cambiante.

¿Cuáles son los desafíos de los académicos de FEN?
Creo que hoy día, en general, el desafío es cómo compatibilizar sus distintas demandas. En los sistemas de calificación y de evaluación universitaria, por ejemplo, se pone más énfasis en la investigación y en las publicaciones que en el tema de la docencia, creando pocos incentivos para preocuparse de ella.
Otro punto que creo importante trabajar, es lograr en algunas áreas una mayor homogeneidad en las asignaturas, de manera transversal en las secciones, sin que esto signifique restarle libertad a los profesores. Llama la atención que al momento de realizar el curso, el alumno lo apruebe y después al dar el examen de grado le vaya mal. Tiene que haber una cierta columna vertebral en cada curso, que asegure que independiente del profesor con que lo haga, se generen ciertas competencias. Eso debe estar incluido en el proceso de Renovación Curricular.

En una columna del Diario Financiero afirmó que la educación escolar en el país es deficiente si se consideran estándares internacionales y eso se relaciona con la baja productividad, ¿de qué manera se puede mejorar la productividad?
No estoy pensando en el pequeño porcentaje que logra entrar a las mejores universidades sino que en la masa de trabajadores que tiene una formación básica. Por ejemplo, la discusión se da en los colegios científicos humanistas, no en los colegios técnicos, que representan un porcentaje importante y en los que no se ha hecho ninguna inversión. Por lo tanto, no adquieren las competencias y habilidades necesarias y terminan haciendo lo que pueden. Esto, sumado a que las empresas tampoco invierten mucho en capacitación, genera una fuerza laboral con baja productividad.
Por otra parte, la formación técnica es vista como algo secundario, de menor nivel, por lo que muchos estudiantes terminan matriculándose en universidades que no están acreditadas y con una calidad que deja bastante que desear, antes que entrar a una buena institución de formación técnica.
La educación es un servicio y por tanto un intangible, además posee un alto grado de complejidad por lo que se vuelve difícil de evaluar y por ello se presta mucho para situaciones de eventuales abusos.

¿Cuál es el gran desafío de la educación en Chile, qué mecanismos deberían implementarse?
Se necesitan más recursos, pero eso no asegura que mejore. Además es necesario mejorar el uso de los recursos, poner los incentivos donde corresponde. Hay que flexibilizar el sistema de tal manera que los profesores que no cumplan con los estándares puedan salir del sistema y se premie a los mejores. O sea, se requieren más recursos, más supervisión e indicadores objetivos. Probablemente si hoy sólo se aumentaran los recursos, no se solucionaría el problema.
Como Facultad, nosotros queremos tener los mejores alumnos. Por lo tanto, los mejores puntajes, pero no que eso implique una disminución de la diversidad. Tenemos que captar a los mejores alumnos, pero que vengan de todas partes, pues eso nos diferencia del resto de las universidades, porque este es el lugar de encuentro de los mejores independientemente de donde vienen. Si llegáramos a un extremo en que solamente alumnos de los colegios particulares llegaran a la universidad estaríamos en un problema como país.